A 54 años de la Masacre de San Juan en los campamentos mineros de Siglo XX
Este jueves 24 de junio se recuerdan 54 años de la Masacre de San Juan, ocurrida en los centros mineros de Siglo XX y Catavi por órdenes de René Barrientos Ortuño, que estaba asesorado por la CIA de Estados Unidos (EEUU), para asesinar a mineros que decidieron apoyar la guerrilla del Che Guevara. Más de 27 personas fueron asesinadas, unas 70 resultaron heridas y una cantidad similar se consideró como desaparecida.
Al respecto, el historiador Raúl Reyes, entrevistado en el programa 180 de radio Patria Nueva, dijo que esa masacre debe ser entendida en el contexto de la Guerra Fría, los ecos del triunfo de la Revolución Cubana, la aplicación, por parte de EEUU, del llamado plan para el progreso y la presencia de la guerrilla del Che Guevara en el país.
Indicó que el gobierno de René Barrientos Ortuño consideraba a los centros mineros como focos de insurgencia por lo que, con el apoyo de la CIA de EEUU, se ordenó a las FFAA el asalto militar a los campamentos mineros de Siglo XX, en Catavi, durante la Noche de San Juan, el 24 de junio de 1967.
Según los testimonios, luego de haber festejado el solsticio de invierno alrededor de las fogatas, donde se bailó y cantó al ritmo de cuecas y wayños, cientos de familias mineras de Catavi se retiraron a dormir a sus campamentos la noche del 23 de junio de 1967.
Fue entonces cuando, entrada la madrugada del 24 de junio, un gran contingente de militares de las fracciones del regimiento Rangers y Camacho de Oruro, ordenado por el dictador René Barrientos Ortuño, atacó las viviendas, disparando desde varios puntos contra las casas y contra algunas personas que permanecían aún en las calles por el festejo. La matanza duró varias horas.
Para esas fechas, Ernesto "Che" Guevara se encontraba en plena guerrilla en la selva boliviana. Los mineros, al tanto del paso del médico argentino-cubano, pensaban apoyar su causa prestándose para sumarse a sus hombres dos veces por semana, tema que tratarían durante un ampliado nacional de los mineros en el que, además, exigirían un aumento salarial y mejores condiciones laborales.
El Gobierno y las Fuerzas Armadas, informados de los preparativos del ampliado, se apresuraron en ocupar los centros mineros.
Barrientos justificó la masacre diciendo que el ejército disparó en defensa propia, y que era necesario "combatir el proceso subversivo" de los mineros en Siglo XX, dispuestos a organizar un foco guerrillero para plegarse a la gesta armada del Che Guevara.
El número de muertos, desaparecidos y heridos es incierto, pero superaría las 200 personas, indica un reporte de Telesur.
Sobre la Masacre de San Juan, el periodista y escritor Eduardo Galeano, escribió: “En esta noche de San Juan, mientras ocurre la mejor de las fiestas, el ejército se agazapa en las montañas. Casi nada se sabe aquí de los guerrilleros del lejano río Ñancaguazú, aunque dicen que pelean por una revolución bella y jamás vista, como la mar, pero el general Barrientos cree que en cada minero anida un taimado terrorista. Antes del amanecer, al final de la fiesta de San Juan, un huracán de balas arrasa el pueblo de Llallagua. Parece fulgor de huesos la luz del nuevo día. Después el sol se esconde tras las nubes, mientras los parias de la tierra cuentan sus muertos y en carretillas los llevan. Los mineros marchan por un callejón de barro de Llallagua. La procesión atraviesa el río, cauce de sucia saliva entre piedras de cenizas, y por la vasta pampa llega el camposanto de Catavi (...). Hay que cavar muchos pozos. Cuerpos de todos los tamaños yacen en hilera, tendidos, esperando”.