...Dulce para hablar, siempre sonriente y eternamente agradecida con todas las personas, era doña Juliana Cruz. Apurada por atender a sus niños y niñas y llevar insumos para el trabajo de carpintería de su esposo en el penal, o caso contrario ir a vender al campesino...
Llevando a sus niñas y niños donde le pedían, a la escuela, al CAIP, a EDYFÚ, a INTRAID, al CEEBA; fue la mamá que hacía todo por apoyar a sus niños/as para que sean buenos estudiantes, y siempre escuchándome con atención qué más debía hacer con las niñas/os; cuando parecía que no me entendía le hablaba al estilo paicheño y ahí terminaba sonriendo y diciéndome "gueno proje".
Cada mañana despertaba a sus niños/os, les preparaba desayuno bien endulzado en una jarra, tomaban; y Mario se iba al candelero, donde pasaba clases en el celular proporcionado por el CAIP, mientras luchaba con Pancho para que junto a Mario vaya al candelero; que por lo general terminaba desobedeciendo.
Sebastiana y Esther eran peinadas y cambiadas para pasar clases en la casa de doña Elizabeth, la dirigenta del Barrio, porque el CAIP a ella le dejó el celular.
Doña Juliana dejaba la olla de comida colgada en la reja de la ventana para que sus niños comieran a medio día; y se iba a deambular al campesino, vendiendo los banquitos que hacía su esposo privado de libertad.
Siempre volvía cansada, con la boca seca y se sentaba en la puerta de su cuarto a acariciar a sus niños y escuchar las demandas.
Los jueves y viernes en la tarde, Sebastiana me esperaba a las 13.00, peinada y cambiada para irnos al taller de lectura de EDYFU; retornábamos casi a las 19.00 y doña Juliana recibía con una sonrisa a Sebastiana, y me decía "gracias proje y hasta luego".
Hoy, todo cambió, acabaron con doña Juliana, con su sonrisa, las caricias para sus cuatro niños/as, su saludo y agradecimiento eterno a la proje del CAIP.
Gracias por tanto doña Juliana..., el compromiso es que se haga justicia y sus niñas/os, sufran lo menos posible.
Beatriz Vaca Villa/.