La actual administración estatal es positiva para el comercio exterior, lo contrario de lo sucedido en la gestión Áñez, cuando el tema fue manipulado para conveniencia de grupos empresariales, que se hicieron del Gobierno como mono con Rosario, oculto detrás de Cristo y de una Biblia, con la idea de apropiarse de los recursos del Estado.
Estos individuos agradecieron a la pandemia, que les fue propicia para sacar ventaja y liberarse de sus obligaciones con empleados, a los cuales despidieron y recontrataron con la mitad de salario. Cesaron a la gente con la excusa de la pandemia y con el favoritismo del ministro Wilfredo Rojo, que de rojo lleva la sangre de los empleados despedidos y del hambre de sus familias. Este personaje liberó las exportaciones para favorecer a los exportadores de materias primas tradicionales. Solo quería la reprimarización de nuestra economía.
El 2020 se destacaron las ventas de torta de soya con más de $us 492 millones; aceite crudo de soya (200 millones), joyería (131 millones), nueces de Brasil sin cáscara (126 millones), quinua (92 millones); carne bovina (70 millones); así como alcohol, maderas, azúcar, bananas, leche, frejol, cueros, palmitos, café y cacao. La balanza comercial agropecuaria resultó con superávit de casi 700 millones, puesto que el sector no paró, pese a la pandemia. El departamento que más exportó en 2020 fue Santa Cruz, con $us 2.040 millones, con un aporte del 30% al total, destacando sus ventas de gas natural y del complejo oleoproteíco de la soya y derivados. Luego estuvo Potosí, con $us 1.491 millones (zinc, plata y plomo), y La Paz con $us 1.220 millones (minerales, café).
La pregunta es ¿cómo los agroexportadores y las empresas mineras pudieron saltar las leyes de la cuarentena rígida para seguir proveyendo con materias primas al exterior, mientras sus empleados se enfermaban y morían en sus fuentes laborales? Y ¿dónde estaba el control del Estado para estos sectores, que al no parar se provecharon de la coyuntura, despidiendo y bajando salarios? Los empleados accedieron y la crisis solo afectó, como siempre, a quienes dependen de sus fuentes laborales para sobrevivir.
La nueva gestión de Gobierno, comandada por Luis Arce, no vino a perseguir, solo a aplicar justicia y pedir explicaciones, por ejemplo, al exministro Rojo y al expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Guillermo Aponte, por la erogación excesiva de dinero al Gobierno de facto. Hubo una actuación encubridora para los exministros José Luis Parada, Óscar Ortiz y Branko Marinkovich. Este último se “indemnizó” con $us 300 millones para el sector agrícola cruceño. De este dinero no se sabe suerte ni destino. Esos millones de billetes fueron secuestrados y tomados como rehenes. Aún hay cartelitos con la cara de Benjamín Franklin para encontrar ese extraordinario “préstamo”, pero no se ve a los medios de comunicación investigando ese secuestro. Ese personaje también logró beneficiarse con tierras y apropiarse de la Laguna Corazón.
Pasando la página del espantoso manejo económico en la dictadura encubierta por la fe, el Estado se propuso trabajar por la reactivación económica. Hasta agosto de 2021, el saldo comercial registró superávit acumulado de $us 1.360 millones, mucho mayor que el registrado en similar periodo de 2020, cuando mostró superávit de $us 0,02 millones. Esto resalta la recuperación de la balanza comercial con relación a los últimos seis años.
En el primer semestre de 2021, Bolivia registró el superávit comercial de $us 832 millones, debido al importante crecimiento de las exportaciones en 54%. A su vez, las importaciones registraron crecimiento del 29%, comparado con igual periodo de la gestión pasada.
Las exportaciones totales a agosto de 2021 mostraron incremento del 65%, habiendo alcanzado a $us 7.034 millones, cifra superior en $us 2.764 millones a la registrada en el mismo periodo de 2020, cuando alcanzó a $us 4.270 millones. Asimismo, las importaciones presentaron hasta agosto el incremento del 33%, alcanzando a $us 5.674 millones; $us 1.404 millones, más que la cifra registrada en igual periodo de 2020.
En el análisis por grandes categorías, de los datos de agosto de 2021 destaca, respecto a julio, el incremento del superávit comercial en combustibles y lubricantes, debido a la disminución de las importaciones de diésel. El saldo comercial con India registró incremento en el superávit de agosto con relación al mes anterior, llegando a $us 855,1 millones por las exportaciones de oro. De similar manera se presentó un superávit con Japón, alcanzando a $us 480,8 millones, debido a las exportaciones de zinc y plata, mientras que con Colombia se alcanzó un superávit de $us 408,0 millones, debido a las exportaciones de torta y aceite de soya.
Estos datos demuestran que, si se cuidan los recursos naturales, se tienen ganancias para el país y no solo para trasnacionales que desean explotar y dejar el menor saldo en el país. La reglamentación para las exportaciones es necesaria como control, pero también protege la economía del trabajador y de la tierra, la cual en algunas regiones del país está sobreexplotada por el afán de lucro y la mala conciencia. Todo sostenido por la biotecnología de una industria de manipulación y apropiación de la tierra.