La pugna entre narrativas por imponer su razón acarrea tres condiciones mínimamente: sujetos que sostengan la narrativa, un contexto favorable que pueda mantener vigente tal narrativa y finalmente una argumentación con cierta rigurosidad interna que permita que dicha narrativa pueda ser defendida de manera lógica por sus apologistas (medios de comunicación, personeros políticos, instituciones y parte de la sociedad civil).
En este sentido, y partiendo de este esquemático marco metodológico que denominaríamos: mínimo marco metodológico para el sostenimiento de una narrativa, es que podemos ingresar a explicar brevemente qué está sucediendo en Bolivia en la pugna entre las dos grandes narrativas que tratan de imponerse como constitutivas del Estado: la narrativa de que en Bolivia existió un fraude electoral el año 2019, y segundo, la narrativa que lo que sucedió en Bolivia aquel año fue, al contrario, un golpe de Estado.
Cuando se habla de sujetos que sostengan una narrativa, se habla de sujetos sociales que tengan ciertas características similares entre sí que los identifiquen con una narrativa, esto se visualiza, por ejemplo, con la capacidad de movilización de los sujetos sociales o la capacidad de sus dirigencias políticas de crear lazos de confianza con sus seguidores. Si una narrativa se encuentra agotada, o en proceso de agotamiento, obviamente, las posibilidades de movilización disminuyen, y los sujetos no sienten la necesidad de identificarse con la narrativa.
Sin embargo, no es tan fácil, el agotamiento de una narrativa (o su vigencia) no se debe únicamente a la debilidad de una dirigencia o a la posibilidad de movilización de determinado sector de la población, existe un segundo factor, que es también condicionante, y es el contexto o el marco histórico en el que se desarrolla una narrativa, con esto me refiero a las condiciones objetivas del discurso, es decir, las bases materiales (fuerzas productivas), los dispositivos culturales que permiten reproducir una narrativa o también el manejo de crisis (hay narrativas que afloran en momentos de crisis y narrativas que desaparecen en momentos de crisis).
En este sentido, cuando hablamos del contexto, hablamos principalmente de las condiciones materiales en las que se desenvuelve la sociedad, por ejemplo, una persona de clase media urbana con cierta estabilidad laboral tiende a sentirse identificada con un discurso como el de la meritocracia y del individualismo liberal, (eso sucedió en Bolivia el año 2019 debido a la movilidad social y el ascenso social provocado por la estabilidad económica en el país, cuando un espectro considerable de la sociedad boliviana que creció debido al gobierno popular de Evo Morales, dejó de sentirse parte del “Proceso de Cambio” y empezó a renegar de él, llegando incluso a negarlo porque había cambiado su posición social y obviamente había ascendido socialmente). Sin embargo, si esta persona de la que hablamos, por algún motivo cae en la pobreza y la crisis económica agudiza su condición de clase y por ende disminuye la posibilidad de movilidad social, entonces dicha persona, deja de creer en un discurso de esa naturaleza y se adecua a otro que responda más a su nueva realidad, digamos uno más colectivista y menos liberal individualista.
Entonces tenemos, hasta el momento dos característica la primera de índole subjetiva, que es la relación de los sujetos con las dirigencias que encabezan una discursiva, y segundo, la objetiva que son precisamente las condiciones objetivas que permiten la reproducción de una condición de clase/casta en una formación social determinada.
Pero esto no es todo, sería muy mecánico creer que si alguien cae en la pobreza automáticamente cambia su manera de pensar, no, eso sería caer en el determinismo mecanista marxista de la Segunda Internacional y de otros pensadores austromarxistas que creían que, si cambia automáticamente la condición económica de una persona, automáticamente su pensamiento se convierte en socialista (la lucha por la conciencia de clase en si y para sí, para algunos autores).
Aquí existe un tercer factor que es complementario a esta díada de lo subjetivo y lo objetivo, y es la rigurosidad interna y argumentativa de un discurso o de una narrativa y la posibilidad de que ésta pueda sostenerse en el tiempo. Este tercer factor apela a la credibilidad misma de la narrativa, es decir, de la fortaleza interna con la que trata de explicar la realidad, por ejemplo, en el caso del fraude electoral, la narrativa del fraude presenta cada vez más fisuras internas, como, por ejemplo, que las observaciones de la OEA no gozan ya de credibilidad o de otros informes que negaron el mismo informe de la OEA, u otras apreciaciones en ese sentido.
En fin, esos tres factores son fundamentales para sostener una narrativa, si uno empieza a fallar, por ende, la narrativa también empieza a presentar problemas.
Ya ingresando en temática, y analizando el discurso del fraude electoral bajo estas prerrogativas analíticas, podemos mencionar lo siguiente:
- El fracaso del Comité Cívico Cruceño (principal institución movilizadora en las jornadas de octubre y noviembre del año 2019) en la convocatoria realizada a autoridades electas es un primer síntoma de que el factor subjetivo constituyente de esta narrativa está presentando fallas y por ende su posibilidad de movilización ha disminuido.
- Las condiciones objetivas de crisis sanitaria y económica han hecho que sectores de la población que en otrora se movilizaron contra el gobierno del MAS, hoy no vean como prioridad realizarlo, además de que la dirigencia que los movilizó (comités cívicos y algunos actores políticos), hoy carecen de simpatía en los sectores que se movilizaron el pasado año 2019.
- Finalmente, las fisuras internas que presenta el discurso del fraude electoral en la imposibilidad de demostrarlo (en más de 11 meses en el poder el gobierno de Jeanine Añez no pudo demostrar ningún avance en la investigación del supuesto fraude), y también en la poca rigurosidad del informe de la OEA, hacen que, si bien cierto sector de la población sigue creyendo en que existió un fraude, ésta narrativa ya no gana adeptos, al contrario, parece perderlos constantemente.
Otro síntoma adicional del fracaso de esta narrativa y de la posible victoria de la narrativa del Golpe de Estado, es que tanto sectores sociales protagónicos de las jornadas de octubre y noviembre del año 2019, como los Colegios Médicos o ADEPCOCA, no gozan de la misma fortaleza que en pasados años, al punto de que sus propios candidatos a la Gobernación y Alcaldía paceña fracasaron abruptamente en elecciones subnacionales.
Así también, la victoria del Movimiento Al Socialismo en las elecciones subnacionales, o por lo menos del Bloque Popular (ahora dividido en partidos como MTS, JALLALLA o el mismo MAS), hace que la narrativa del golpe de Estado cobre relevancia, y también mayor cantidad de adeptos.
