Patrimonio arquitectónico como cultura viva: Casa Agramonte
Patrimonio arquitectónico como cultura viva: Casa Agramonte

Patrimonio arquitectónico como cultura viva: Casa Agramonte

El hombre, ente inteligente por naturaleza.Ávido para crear obras e irónicamente el principal causante para su destrucción. Básicamente las guerras y sus nefastas consecuencias, hicieron posible entre otras cosas la creación de instituciones mundiales y nacionales que resguarden y conserven el patrimonio humano y natural.

Estas condiciones adversas para la humanidad, valga la redundancia, permitieron la creación de Unesco, institución que, a través de los representantes de países de todos los continentes, aprobó en 1972 la "Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural y Natural".

Previamente ya se daba esta protección al patrimonio; pero no tardó en que la Convención convirtió a la Salvaguardia del Patrimonio en una política cultural mundial, a la que Bolivia se adscribió. En cuanto a la cultura, y concretamente al folklore; Bolivia fue el principal país en reclamar en la Convención de 1972 para que este tipo de manifestación sea contemplada por la organización mundial.

Este planteamiento logró el apoyo casi unánime porque las manifestaciones de todas las culturas vivas también fueron consideradas patrimonio, cuyo efecto fue la aprobación de la "Convención de protección del patrimonio inmaterial".

Bolivia cuenta con un impresionante patrimonio cultural de los periodos prehispánico, colonial, republicano y ahora arquitectura del Estado Plurinacional; en el que convergen muchas culturas con la inclusión de las 36 nacionalidades en la manifestación arquitectónica y artística.

Estas culturas en su contexto construyen infraestructuras, templos, palacios, caminos y centros administrativos; asimismo, como la producción de cerámicas, esculturas, tejidos y líticos, otras obras y productos considerados dignos de conservación y valor. Es decir, todo lo cual hoy es considerado patrimonio de nuestro Estado. Haciendo que instituciones tanto privadas como públicas hagan carne propia y trabajen coordinadamente para llevar adelante este tipo de proyectos.

El Art. 100. Inc) II de la Constitución Política del Estado establece textualmente: “El Estado garantizará el registro, protección, restauración, recuperación, revitalización, enriquecimiento, promoción y difusión de su patrimonio cultural, de acuerdo con la ley”.

En esta medida, el gobierno del presidente Luis Arce, el Ministerio de Culturas, el Centro Plurinacional de Preservación de Patrimonio Cultural Boliviano (CPPP-CB) y la Agencia Italiana de Cooperación acordaron dar continuidad al proyecto de construcción del Centro de Conservación y Preservación del Patrimonio Cultural Inmaterial y Material Boliviano. Este novel organismo tiene como fundamental tarea el consolidar la primera institución en el país que se encargue de la preservación, conservación y difusión de la riqueza patrimonial arqueológica, colonial, republicana y contemporánea de Bolivia.

Este ambicioso, pero necesario proyecto se situará en la Casa Agramonte, ubicada en la plaza Murillo de la sede de gobierno, siendo que este patrimonio, la Casa Agramonte, cuenta con una historia fascinante.

Breve historia sobre la Casa Agramonte

La Casa Agramonte, ubicada en Plaza Murillo y calle Junín, frente a Cancillería, tuvo una propietaria. Rosa Agramont Moraleda Vda. de Cusicanqui fue su legitima propietaria, quien nació en la ciudad de La Paz el 20 de junio de 1912, siendo hija única de Ricardo Agramont Mendoza, y María Luisa Moraleda.

Ricardo Agramont fue heredero de una gran fortuna en inmuebles y fincas, e inclusive de pueblos enteros en el altiplano. Rosa Agramont se casó a temprana edad con el abogado Jorge Cusicanqui Larrea, hasta 1944, año en que su matrimonio entra en crisis, por lo cual la señora Agramont se va a vivir a París.

La señora Agramont, deja a su marido como administrador de su patrimonio, es decir: cobrar alquileres, pagar impuestos; empero, sin autorización de vender o disponer sus bienes, debiendo el señor Jorge Cusicanqui rendir cuenta de sus actuaciones y depositar el dinero obtenido de los bienes a su esposa.

Con el advenimiento de la Reforma Agraria el 2 de agosto de 1953, parte de la propiedad de la señora Rosa Agramont, que correspondía a los latifundios en altiplano, se ve perjudicado. Con este acontecimiento cesa el flujo de remesas que enviaba el señor Jorge Cusicanqui Larrea a la señora Rosa Agramont para poder vivir en Francia.

Por este motivo regresa de París, para asumir propiedad de sus bienes, y administrarlos, con la asistencia de la doctora Rosa Lema Dolz de Lluch para la administración de su propiedad.

Decide tramitar la separación de su esposo Jorge Cusicanqui, pero este muere el 28 de agosto de 1968 antes de producirse su desvinculación. Al año siguiente, el 21 de mayo, fallece la señora Rosa Agramont, a la edad de 57 años, a causa de su débil estado de salud desatendiendo las instrucciones médicas de Francia.

Por no tener hijos en su matrimonio, Rosa Agramont deja un testamento a su chofer, el Señor Louis Alexander Dufraisse, como heredero universal. Este súbdito francés se propuso culminar la gestión administrativa de pago de impuestos sucesorios, pero este trámite se frustra porque deviene el golpe de Estado de 26 de septiembre de 1969 del General Alfredo Ovando Candia.

Dicho gobierno dicta el Decreto Ley N° 08987 del 7 de noviembre de 1969, disponiendo que el Estado boliviano es propietario del total de los bienes inmuebles, valores, cuentas bancarias, fundos rústicos, tanto de Bolivia y del exterior, y decide fundar la Fundación "Rosa Agramont vda. de Cusicanqui"; designando dos depositarios que, a nombre del Estado, procederán a la inventariación, administración, avalúo y adopción de las medidas pertinentes para la liquidación de los bienes de acuerdo a lo que disponga el Consejo Permanente de la Fundación.

Es precisamente esta Casa Agramont, ubicada en plaza Murillo y calle Junín, frente a Cancillería, la que actualmente administra el Estado a través de la Cartera del Viceministerio de Culturas.

Centro Plurinacional de Preservación del Patrimonio Cultural Boliviano

Felizmente en nuestro Estado Plurinacional la población tomó conciencia sobre la importancia de proteger y conservar el patrimonio en todas sus formas, y el Gobierno aprendió a valorar de manera intensa la restauración de obras arquitectónicas en varios edificios coloniales y republicanos como una auténtica disciplina que colabora con la vigencia de la memoria colectiva.

Como se menciona líneas arriba, la “Casa Agramonte”, que data del año 1930, de plaza Murillo de La Paz, será restaurada gracias a la contribución de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo y funcionará como un nuevo espacio cultural, como una academia de formación de estudios superiores en restauración.

Se contará también con cinco especialidades: humanística, científica, conservación de distintos materiales, gestión y manejo del patrimonio cultural y preservación del patrimonio cultural inmaterial; siempre con la perspectiva de la creación de una carrera. Además, están involucradas seis carreras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA): Medicina, Ciencias Puras, Arquitectura y Artes.

Sobre su restauración

En lo que respecta a este bien patrimonial, la casa de Rosa Agramont, obra de arquitectura del siglo XVIII, y su intervención para su restauración, se debe abordar con rigurosidad científica los problemas tecnológicos que se presenten, creando esquemas de trabajo que deben contemplar tanto el estudio de los materiales componentes dentro de los procesos involucrados y conformar un equipo multidisciplinario.

En este sentido, para comenzar la restauración urgente es imprescindible la evaluación de los daños que provocaron los derrumbes en las paredes y parte del techo interno de la casa, tipos de dosificación de revoques, pintura, fierro para la barandas, material para el cielo raso, piedras y ladrillos, que entre otras cosas la catalogación es necesaria por el desgaste del material y la vejez del mismo, además del descuido en el mantenimiento de las instalaciones que durante años prestaron servicio al público.

Vale la pena restaurar y conservar este tipo de edificios, que son la memoria, la historia no solo de los paceños, sino de todos los bolivianos. Esta relación con el patrimonio, es concebida como un hecho cultural que estáíntimamente ligado a la educación y no perder la memoria, la identidad, menos las tradiciones; por el contrario, conservarlas para las generaciones futuras de nuestro Estado Plurinacional de Bolivia.

Lindaura Rasguido/.

 


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