En marzo de este año, se han cumplido cinco años de la implementación del Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) correspondiente al periodo 2016 - 2020; mismo que fue aprobado mediante Ley N° 786 y forma parte de un conjunto de planes articulados de largo, mediano y corto plazo establecidos en la Ley N° 777 del Sistema de Planificación Integral del Estado.
Este hecho parece poco relevante al lado de un contexto de grandes transformaciones, resultado de una herencia estratégica y de un proceso revolucionario de nacionalización de nuestros recursos naturales, o la promulgación de una nueva Constitución Política del Estado o un promedio de 3.000 millones de dólares invertidos cada año, desde el 2006, inversión en proyectos trascendentales como la Planta de Separación de Líquidos, de GNL, o la de Amoníaco y Urea, los complejos productivos, las plantas hidroeléctricas, termoeléctricas y de energías alternativas, miles de tramos carreteros concluidos, aeropuertos en todo el territorio nacional, la maravilla del teleférico, infraestructura para salud y educación, entre otros.
El PDES se ha convertido en la excusa perfecta para lograr una mejor comunicación, una mayor organización y una mejor articulación entre los sectores del nivel central y de los niveles “subnacionales”, pues fija objetivos y metas de desarrollo integral del Estado Plurinacional de Bolivia para el mediano plazo, buscando con ello seguir avanzando en la construcción de mejores condiciones de vida para la población boliviana, en el marco del Vivir Bien. Operativiza las dimensiones de desarrollo establecidas en la Agenda Patriótica 2025 y brinda las líneas estratégicas necesarias para que todas las entidades públicas, sector privado y sociedad organizada, conozca en su día a día qué hacer (contribuciones) y dónde orientar sus esfuerzos físicos y financieros (acciones), pues existe definitivamente una articulación entre ese día a día y la planificación de mediano plazo.
Como lo establece la Ley del Sistema de Planificación Integral del Estado, se debe elaborar y aprobar un nuevo PDES para este nuevo quinquenio, provocando la activación inmediata de la planificación de mediano y corto plazo sectorial, territorial e institucional; no obstante, las condiciones de su elaboración, están totalmente alejadas de ese primer ciclo (2016 - 2020); el contexto económico regional y mundial ha cambiado drásticamente con la caída de los precios del petróleo y de los principales commodities; y se tiene una implacable pandemia, que busca desequilibrar día tras día la balanza y el equilibrio entre la salud y la economía, por tanto, este nuevo PDES se convierte en un documento vital para consolidar una reactivación económica en el corto plazo, con un enfoque de sustitución de importaciones como línea productiva, dar solución definitiva a los aspectos preventivos en la salud, recuperar la educación y dar continuidad a las políticas de desarrollo integral previstas para el mediano plazo, donde su principal desafío es ejecutar una planificación… en tiempos de pandemia.
Christiam Cordero Rocha/.