La historia editorial boliviana, que aún está por escribirse, es habitada por nombres que han dejado una impronta en la cultura del país batiéndose en contra de situaciones rara vez auspiciosas. Capítulos de esa historia seguramente estarán dedicados a hombres como José Gisbert desde su entrada a la Liberia Arno en la década de 1920, para años después hacerse gerente de lo que hoy conocemos como la Librería y Editorial Gisbert. Otro espacio igualmente notable merecerá la familia Urquizo y la editorial Juventud que hizo de la difusión popular una de las virtudes de su emprendimiento.
Stefan Gurtner, un ciudadano suizo radicado en Bolivia desde 1987, ha publicado un trabajo que significa un aporte sustantivo a esa historia editorial boliviana.Guttentag. La vida del editor judío Werner Guttentag entre Alemania y Bolivia es un grueso volumen de más de 600 páginas dedicadas a narrar la vida del padre de los Amigos del Libro. Aunque 600 páginas podrían amilanar a algún lector, el texto corre con una cadencia vertiginosa a través de postales de una vida intensa que a momentos parece una novela. En ello hay que distinguir un uso de “micro ficción”, declarado por el mismo Gurtner que, si bien puede poner la piel de gallina a sociólogos e historiadores, presta un servicio beneficioso a la relato de los aconteceres de la vida de Guttentag. Y si la “micro ficción” de Gurtner podría parecer una carta blanca para construir los diálogos, también hay que destacar que el trabajo documental en el que se apoya el libro construye un escenario profundo, alejándose del soliloquio del protagonista.
En la Alemania Nazi
Werner Guttentag nació en 1920, en Breslau, que por entonces era parte de Alemania y hoy es Polonia. Hijo de judíos, su padre era un comerciante de telas que tuvo mejor suerte en la década de 1920 que en la de 1930. El joven Werner vio así el declive económico de su familia, del mismo modo que alcanzó la adolescencia cuando el Partido Nazi tomaba vuelo.
Es posible que una sensibilidad contemporánea que nos tiene habituados a las películas que se ambientan en la Alemania Nazi provea los tropos con los que se sigue el relato: el supremacismo ario, la violencia de las SS, el gueto, el campo de concentración, el bombardeo, etc. El ambiente en el que discurre la juventud de Guttentag no es extraño a ese clima conocido del Tercer Reich, pero en fin logra filtrar algo más interesante que no es propio de la experiencia cinematográfica ni de la literatura más convencional centrada en la expresión ostensible del oprobio.
Guttentag muestra algo en una tesitura diferente y que no se resuelve en tiempos cinematográficos: la acción del Partido Nacional Socialista como una progresiva e incesante asfixia de la disidencia política y de los judíos que se expresa en la vida cotidiana. Para el joven Werner aquello se experimenta en la proscripción del grupo de jóvenes en el que participaba y en el que comentaban la política y compartían libros; se experimenta en el acoso en la escuela que precede a la expulsión de la misma, en las acusaciones hechas a su padre de vender producto de mala calidad para no honrar deudas. En una narración en tiempo prolongado de cómo cada día se les coartaba, retazo a retazo, la vida diaria a los judíos de Breslau así como a las formas de política disidente.
La ilusión biográfica de la que habló Pierre Bourdieu, ese ardid de la narración que evoca como si los eventos estuvieran predestinados a sucederse, se hacen presentes en Guttentag en ese rol que ocupan los libros en su adolescencia, las primeras páginas leídas, los apodos de sus compañeros tomados de El libro de la selva y las discusiones políticas que evocan a autores de las más diversas tendencias. Son esos libros que se convierten en un objeto del relato en cuanto se convierten en estigmas y delatores de un ejercicio de resistencia ya que era dramático conservarlos, esconderlos, pasarlos a otras manos como gesto de amistad que se sobrepone a la situación. Son esos mismos libros los que acompañan a Werner y su pequeña pandilla de alemanes de pantalones cortos en actos políticos para tratar, sin éxito, de dar cara al nazismo.
Escape al corazón de Sudamérica
La salida de Werner de Alemania es descrita con burocrática parsimonia, misma que resulta mucho más iluminadora que las evasiones espectaculares del celuloide. Escapar de Alemania fue un trámite engorroso y mortificante que necesitó de las últimas acciones posibles de una red de ayuda a judíos para sustraerse del tercer Reich. No son menos violentos el encierro, el abuso y las amenazas de cárcel o campo de concentración -a donde van a parar amigos y familiares de Werner-. Es la descripción de una violencia organizada para asfixiar a todos los que no son directamente aprehendidos; una muestra de represión que se comprende en la claustrofobia que produce.
Después de un breve pasó por Holanda, Werner llega a Bolivia, más precisamente a Cochabamba, ya siendo un joven que había quedado sin patria. En Bolivia sus aficiones políticas lo llevan a ser parte del efervescente ámbito intelectual que sucedió al descalabro de la Guerra del Chaco y las memorias de Guttentag, relatadas a Gurtner, permiten una descripción a ras del piso de personajes que luego serían protagonistas pero también cronistas de hechos decisivos de la vida Boliviana: Aparecen Montenegro, Céspedes, Capriles. Un lugar especial en todo ese relato tiene Jesús Lara, misterioso, huraño, innegociable que, sin dejar de ser él, forja una amistad cercana con Guttentag.
La edificación de Los Amigos del Libro ocupa el relato central de la segunda mitad de la biografía. Se convierte así en testimonio de elementos contradictorios o quizás no tanto. Bolivia era, y es, un país en el que se lee poco y sin embargo Guttentag acaba en el medio de polémicas políticas que lo acusaban de publicar esto o lo otro. Era señalado por ser un potencial agitador que vendía libros comunistas o socialistas del mismo modo que era visto por el rabillo del ojo de distintas facciones de izquierda por publicar libros de una tendencia opuesta. Era visto por muchos como un judío que lucraba con la sed de cultura del pueblo como era señalado por la comunidad judía como una oveja descarriada alejada de la doctrina y el dogma de su iglesia. Publicar libros –medio de lucha que eligió Werner- no fue un remanso sino una labor sacrificada.
En sus capítulos situados en Bolivia, Guttentag es un relato sobre la extenuante tarea de publicar en un país que terminó de convulsionarse con el ciclo de las dictaduras de la segunda mitad del siglo XX. Pasajes estremecedores vividos por el editor judíose suman a los capítulos de memoria que tiene Bolivia sobre los gobiernos de Banzer y García Mesa, una entrada más a la crónica de esas horas vergonzosas de la historia nacional.Guttentag se constituye en una mirada oblicua sobre Bolivia, sobre el extrañamiento que produce su vertiginosidad y sobre la audacia de hacer libros en su territorio.
Stefan Gurner.Guttentag: La vida del editor judío Werner Guttentag entre Alemania y Bolivia. Grupo editorial Kipus 2020.
Este escrito se desprende de un estudio más amplio sobre editoriales bolivianas que cuenta con el apoyo del FOCUART del GAMLP en su versión 2020.
Eduardo Paz Gonzales /.
