Plaza Murilllo. Foto: Cortesía historiador Michel.
Plaza Murilllo. Foto: Cortesía historiador Michel.

Plaza Murillo, corazón de la democracia y testigo de una nueva era

La Paz, 08 noviembre de 2025 (ABI). - En el centro de la ciudad de La Paz late el corazón político de Bolivia, el “Kilómetro 0”, donde convergen las miradas del país, en el que se encuentra la plaza Murillo que se alista una vez más para presenciar una transición presidencial.

Este espacio, considerado como un símbolo del poder y de la memoria colectiva, volverá a ser escenario de un acto que renueva la fe en la unidad y en la democracia boliviana.

Rodrigo Paz, quien se impuso con más del 54% de los votos en el balotaje del 19 de octubre, recibirá el mando presidencial en una ceremonia que marca el reencuentro del país con uno de los escenarios más emblemáticos.

Bajo la mirada serena del monumento a Pedro Domingo Murillo, héroe de la independencia, las palomas sobrevuelan los techos del Palacio Quemado y del Palacio Legislativo, testigos silenciosos de promesas, discursos, levantamientos, celebraciones, juramentos y también de largos silencios.

Frente al Palacio Quemado, símbolo de un poder que ardió y resurgió, se levantan la Asamblea Legislativa Plurinacional y la Catedral Metropolitana, donde se condensan dos siglos de historia republicana.

Desde su fundación, la plaza Murillo fue mucho más que un punto geográfico, fue escenario donde se reflejan las tensiones, los sueños y las esperanzas de Bolivia.

En este lugar histórico, se proclamaron presidentes, se gestaron golpes de Estado que hicieron caer gobiernos, pero también renacieron ideales colectivos.

Cada estructura de piedra, cada adoquinado o figura de mármol guarda la memoria de las luchas por la libertad, desde la revolución de 1809 liderada por Pedro Domingo Murillo hasta los capítulos más recientes de la democracia contemporánea.

Voces

“Vi pasar tantos sucesos que ya perdí la cuenta (…) pero la plaza (Murillo) no cambia. Siempre hay alguien que protesta, alguien que celebra”, dice doña Lucía, vendedora ambulante, con sus trenzas blancas y una voz pausada.

“Hay fe, hay esperanza de que nuestro país cambie para bien. Queremos vivir en respeto a la ley, sin corrupción. Este país tiene gente trabajadora”, expresa don Lucas, de unos 80 años, mientras observa el movimiento de policías y periodistas, horas previas al gran evento.

A su lado, su amigo señaló que tenía “fe en que este Gobierno haga que el país crezca. Ojalá esta vez sea diferente”, mientras contempla la cúpula de la Catedral Metropolitana.

El escenario de poder y memoria

El documentalista e historiador, Pablo Michel, recuerda que la Plaza Murillo nació junto a la historia de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, pero en ese entonces no era un símbolo de poder, pero se convirtió en uno con el paso de los siglos.

Explicó que Alonzo Mendoza llegó con la misión de fundar una ciudad donde convivan lo indígena y lo español, una ciudad guiada por las buenas costumbres antes que por las leyes.

Por eso, el escudo de La Paz muestra un león sumiso frente al cordero, como símbolo de unión de los "discordes en concordia" y la fundación de la ciudad en paz. Sin embargo, tras la muerte de Mendoza sus terrenos pasaron a propiedad de La Paz.

“Mendoza no tenía esposa ni descendientes y esos terrenos van a pasar a la ciudad de La Paz. Entonces, ahí justamente es donde se va a construir el primer cabildo, durante la toda época virreinal (…) ahí abajo existían calabozos donde fueron encerrados Murillo y los patriotas del 16 de julio de 1809 antes de ser ejecutados”, relató en entrevista con la ABI.

Para el historiador, la plaza Murillo es un lugar “energéticamente fuerte”, donde se concentran la historia y las pasiones políticas del país.

“Después de la independencia, el viejo cabildo fue demolido y, bajo el gobierno de (José) Ballivián, se levantó el Palacio de Gobierno y la Catedral. Es una de las plazas más pequeñas de Latinoamérica, pero con una energía enorme, ahí se han proclamado presidentes, se han vivido masacres, derrocamientos y también celebraciones democráticas”, remarca Michel.

“Es una plaza es una zona este ‘kilómetro cero’ que hoy se llama plaza Murillo, tiene mucha historia en ese espacio se han subido y caído presidentes, ha habido tantas asonadas incluso antes de que exista la República”, explicó.

Michel detalla que el espacio que hoy conocemos cambió muchas veces de rostro, pero nunca de significado. A pesar de sus dimensiones, concentra una energía particular.

Para el historiador, esa energía es real y no solo una metáfora, porque la plaza Murillo es un espacio donde se cruzan la historia y la emoción colectiva.

Es una paradoja que una ciudad llamada La Paz haya sido escenario de los episodios más convulsos del país, pero también de sus momentos más luminosos.

“La Paz lleva el nombre de la paz, pero ha sido escenario de los episodios más sangrientos. La plaza Murillo sigue siendo un escenario político donde las pasiones políticas más terrible se dan”.

Michel destaca, además, que el retorno del acto de transmisión al Palacio Quemado y a la plaza Murillo tiene un alto valor simbólico e histórico profundo, sobre todo, en el marco del Bicentenario de Bolivia.

“Lo que se va a vivir es, sin duda, una fiesta democrática que va a marcar marca el fin de una era, de una época y el inicio de otra, con esperanza. Me parece interesante que esta plaza y este Palacio (Quemado) y este contexto urbanístico, que ya había perdido, digamos, su importancia -en estos últimos años- se le dé nuevamente ese reajuste, porque son 200 años y no olvidamos que este año estamos en nuestro Bicentenario”, remarcó.

Recordó que la historia de Bolivia se forjó en todos los rincones del país; sin embargo, aseveró que sería “miope” negar que las pasiones por la historia política, sociocultural, sobre todo, política y politiquera, se han dado justamente cruzando las calles entre el Congreso, Palacio y la plaza Murillo”.

Nueva etapa cargada de esperanza

Las banderas de todos los departamentos ondean en el frontis del Legislativo, los acordes del Himno Nacional resonarán y las miradas de los bolivianos confluirán en este espacio donde la historia nunca se detiene.

Este sábado Rodrigo Paz cruzará la plaza rumbo a la Catedral Metropolitana para recibir el bastón de mando. Más allá del protocolo, este acto simbolizará la continuidad democrática.

Cuando Paz reciba el mando frente a la mirada de la historia, la plaza Murillo volverá a cumplir su papel de testigo de un nuevo capítulo democrático. Mientras que el país estará expectante y consciente de que cada transición es también una oportunidad para renovar la confianza en la democracia.

Gmm/Afbs


© CopyRight — Agencia Boliviana de Información 2025 ABI