La Paz, 14 de febrero de 2023 (ABI). - La oligarquía chilena aprendió perfectamente las lecciones que le dejó la amarga humillación que le infirió la Confederación Peruano-Boliviano, en Paucarpata (1837), aunque en mala hora el magnánimo Mariscal Andrés de Santa Cruz perdonó y permitió que la flota enemiga zarpara íntegra rumbo a Chile, con todos sus pertrechos.
Esa la valoración de Luis Oporto Ordoñez, en el prólogo del Diario de la Campaña del Ejército Boliviano en la Guerra del Pacífico, de José Vicente Ochoa, en el cual, además, señala que luego de ese hecho, las fuerzas chilenas, humilladas por la acción, se alistaron para retornar años después para obligar al Mariscal a firmar el Tratado de Yungay, en 1839, dando fin a la Confederación y forzando el exilio del gran estadista de origen aymara.
Oporto considera que “fue un error histórico para Bolivia y Perú, pues desde entonces Chile se preparó para la guerra de expansión, adquiriendo pertrechos, dotándose de una escuadra naval, formando un ejército de línea, lo más profesional posible, sin mucho recluta. Planificaron el asalto, metódicamente, previniendo cualquier contingencia”.
Como tesis de la formación de su Estado, Chile abrigó la urgencia de apropiarse de territorios del norte y, en ese contexto, Perú y Bolivia eran los indicados para que la naciente república pueda sobrevivir ya que la confederación, considerada como la mayor amenaza en su formación, había sido derrotada.
Tomar posesión de la zona significaba controlar inmensas riquezas como el guano, salitre y otros recursos hídricos que pretendía obtener a toda costa sin importar que fueran de propiedad del Estado boliviano.
El impuesto de diez centavos al guano y salitre fue solo la excusa para la ocupación de la costa boliviana en el Pacífico. La verdadera intención era apropiarse de las ricas zonas donde existían reservas mineras y naturales de gran valor; todo con el apoyo de capitales ingleses que trabajaban con empresarios chilenos.
El 14 de febrero de 1879 desembarcan las tropas chilenas al mando del coronel Emilio Sotomayor, quien junto a unos 1.500 efectivos del Ejército sitian la ciudad de Antofagasta.
Los días posteriores el Ejército invasor expande su control a regiones como Mejillones, Cobija, Caracoles y Calama.
Orlando Capriles Villazón, en la “Cronología de la Guerra del Pacífico”, detalla los siguientes antecedentes de la invasión chilena: 1839, el Ejército chileno al mando del general Manuel Bulnes, derrota a las fuerzas de la Confederación Perú-Boliviana. “El presidente chileno Diego Portales concibe la idea de que para dominar en el sur debe conquistar territorios en el norte”.
En 1843, concluyen las exploraciones mandadas a realizar por el Estado chileno en guaneras y salitreras, desconociendo la soberanía boliviana.
En 1847, se produce la ocupación del Litoral boliviano por ciudadanos chilenos y a ello se suman industriales que llevan trabajadores.
En 1850, la exportación del guano y salitre se incrementa a razón de un tercio del volumen por año.
En 1857, la fragata chilena “Esmeralda” se apodera de Mejillones.
En 1864, la casa inglesa “Gibbs and Sons” se enriquece desmedidamente con la venta de cuatro millones de toneladas de guano.
En 1866, la diplomacia chilena halaga a Mariano Melgarejo, porque les cedió territorios ricos en guano.
En 1873, ante las amenazas chilenas, Bolivia y Perú suscriben el Tratado de Alianza.
En 1878, el Congreso boliviano dicta la Ley de Regalía de los 10 centavos de peso sobre quintal de salitre exportado.
En 1879, el gobierno chileno da un ultimátum para que se someta a un arbitraje. El 14 de febrero se produce la invasión chilena.
Se libran varias batallas como la retirada de Camarones del 16 de noviembre; batalla de Tarapacá 27 de noviembre y la retoma de Calama 5 de diciembre. En medio de ello, se realiza el cambio de gobierno en Bolivia, Hilarión Daza es reemplazado por el general Narciso Campero (28 de diciembre).
En 1880, se registra la Batalla de los Ángeles, batalla del Alto de la Alianza (Tacna); batalla de Arica, el mismo año, los días 22, 25 y 27 de octubre, el Gobierno de los Estados Unidos ofrece su mediación para poner fin a la contienda.
En 1884, el presidente Gregorio Pacheco suscribe el Pacto de Tregua.
En 1904, ocupación militar chilena prosigue en la costa boliviana. El mismo año, la solución pacifista se concreta mediante del Tratado de Paz y Amistad, firmado entre los plenipotenciarios Emilio Bello Codecido, de Chile, y Alberto Gutiérrez, de Bolivia. Bolivia pierde su costa de aproximadamente 400 kilómetros sobre el Océano Pacífico y un territorio de alrededor de 120.000 kilómetros cuadrados.
En 1929, los gobiernos de Chile y Perú firman un “instrumento” secreto por el cual ninguno de los dos puede ceder suelo de Tacna o Arica a un tercero sin el acuerdo de los signatarios. Era una clara alusión a Bolivia.
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