El reto de la plurinacionalidad, el horizonte histórico
El reto de la plurinacionalidad, el horizonte histórico

Han transcurrido 12 años desde que Bolivia se declaró Estado Plurinacional mediante la aprobación de la Constitución Política del Estado del 2009.

El Estado Plurinacional ha sido el horizonte propuesto por una serie de demandas históricas de la población boliviana que se dieron entre los años 2000 y 2003, que surgieron ante años de haber vivido en un Estado colonial que implantó sus lógicas picmentocráticas y raciales desde la fundación de la República de Bolivia, que rechazaba y subyugaba a toda la población indígena, campesina, y de sectores populares que son la mayoría de la población boliviana.

En la actualidad continuamos con resabios fuertes de colonialidad, que han sido demostrados por grupos racistas que discriminan y rechazan todo lo que venga de lo indio, lo popular o lo campesino. Sin embargo, la Plurinacionalidad ha sido un gran avance para romper con estructuras mentales coloniales, que aún nos falta terminar de desmontar.

El Estado Plurinacional se concibió como el horizonte político que nos permitiera superar las lógicas coloniales impuestas, bajo la idea de una nación que reconociera la heterogeneidad de Bolivia, el paraguas de la plurinacionalidad nos permitiría así desarrollarnos en cada una de nuestras cosmovisiones e identidades compuestas entendiendo la complejidad de la composición social. El problema de la “nación” había sido un problema irresuelto en la historia política de Bolivia. Por esto, esta nueva forma de Estado suponía una nueva forma de gestión institucional: autonomías, economía plural y representación, pero que también tenía un alto grado de reivindicaciones históricas que planteaban un nuevo sentido común. La indianidad, lo popular, y todo lo que anteriormente había sido rechazado por un Estado colonial ahora se convertía en el horizonte de época. Replicado y discutido en diferentes espacios políticos, académicos, sociales, etc.

El 2019 con los sucesos políticos donde se instauró un gobierno de facto, se puso en el discurso político de nuevo la idea colonial de rechazo a lo indio, a lo indígena, a lo popular, tildando de “salvajes” y rechazando símbolos como la wiphala.

Entonces se vio que la Plurinacionalidad empezó como una idea muy fuerte pero que a lo largo de estos años el Estado y la sociedad boliviana aún continúan manteniendo y defendiendo principios racistas y coloniales.

En ese sentido el reto de la construcción de un Estado Plurinacional continúa latente, aún aparece como una potencialidad o proceso de construcción de institucionalidad política, de sentidos de pertenencia de conformación de lo común y de constitución de sujetos.Ésta es la parte más difícil de la construcción de un Estado, el sentido común de la población, que se entiende como plurinacional, pues para desmontar ideas coloniales tan arraigadas se necesita del cambio de muchas estructuras educativas, estatales, comunicacionales, empresariales que continúan reproduciendo viejas lógicas. Considero que esto es lo más difícil y lo que ha impedido un avance más profundo en la concepción de Estado Plurinacional, que además lleva apenas 12 años versus los más de 100 años de Estado colonial que han fijado estructuras e ideas fijas en la población.

Queda en la articulación de un bloque popular de movimientos sociales, organizaciones ciudadanas, campesinas, etc., la continuación de la construcción del Estado Plurinacional, y el reto de desmontar las estructuras coloniales continúa, porque, aunque en algunos sectores de la población se ha generado un sentido común de lo plurinacional fuerte, también reaparecen estructuras y grupos que no conciben esto y procuran volver a la lógica del Estado excluyente.

En este sentido es importante la consciencia de la sociedad sobre lo que implica un Estado Plurinacional que en un país tan complejo y diverso como Bolivia es la forma de entendernos como iguales, respetar, reconocer y construir en base a las diferentes cosmovisiones e identidades que componen a la población boliviana.


 
Pueblo guaraní: el Estado Plurinacional trajo salud, educación y servicios básicos a comunidades indígenas
Pueblo guaraní: el Estado Plurinacional trajo salud, educación y servicios básicos a comunidades indígenas

Representantes del pueblo guaraní manifestaron este viernes que el nacimiento del Estado Plurinacional, tras la promulgación de la nueva Constitución boliviana en 2009, trajo salud, educación y servicios básicos a las comunidades indígenas y campesinas que fueron relegadas en el periodo de la República excluyente.

“Durante más de 180 años no veíamos en el campo colegios, centro de salud, energía eléctrica, agua”, recordó el dirigente Anastacio Flores.

“Durante estos 12 años del Estado Plurinacional y 14 años del proceso de cambio se ha avanzado en las áreas rurales”, afirmó, a propósito de los cambios sociales y económicos que promovió el oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS).

Con la llegada a la Presidencia del líder indígena Evo Morales en 2006 comenzó una revolución democrática cultural en Bolivia, que dio paso a una Asamblea Constituyente, la construcción de una nueva Constitución y el nacimiento del Estado Plurinacional.

“Los pueblos indígenas hemos sido tomados en cuenta desde la construcción de la Constitución Política el Estado, desde la Asamblea Constituyente (…). Los 36 pueblos indígenas que existen en Bolivia hacen el Estado Plurinacional y hoy estamos de aniversario”, relievó el dirigente guaraní.

Bolivia celebró este viernes el decimosegundo aniversario del Estado Plurinacional, fruto de la resistencia y la lucha de las organizaciones indígenas, campesinas y sectores empobrecidos contra el poder colonial que se reprodujo en la República.

En ese contexto, Flores llamó a las naciones indígenas a mantener la unidad y la lucha para evitar que políticos neoliberales y golpes de Estado vuelvan interferir con el proceso de cambio que vive el país.

El año pasado “ha sido destruida la economía a través del gobierno de facto de Jeanine Áñez. No solamente ha afectado a las ciudades, sino, también el campo ha sido afectado”, remarcó.


Estado Republicano vs Estado Plurinacional
Estado Republicano vs Estado Plurinacional

El espíritu de la plurinacionalidad constitucionalizado en nuestro ordenamiento jurídico y que parecía haber sido naturalizado por la población boliviana, fue negado desde noviembre de 2019 hasta octubre de 2020.¿Por qué lo que se creía normal fue negado y defenestrado con expresiones de odio e intolerancia como la quema de la wiphala o la exclusión de los uniformes policiales por citar algunos ejemplos? El periodo 2019 - 2020 demostró claramente la confrontación directa entre las ideas de Estado Republicano vs Estado Plurinacional.

Esta disputa se evidencia en el plano simbólico y discursivo durante el régimen de Añez. La biblia (religión católica) por sobre la concepción de Estado Laico (sin religión oficial). La investidura en Palacio Quemado, viejo símbolo republicano por excelencia, por sobre la Casa Grande del Pueblo (símbolo arquitectónico del nuevo Estado Plurinacional). La negación de la wiphala como símbolo patrio confrontada forzosamente con la bandera tricolor. En el fondo lo criollo - mestizo - conservador versus lo indio - indígena - progresista.

La plurinacionalidad en una nueva conmemoración del Estado Plurinacional debe repensarse desde la complejidad de lo plural de la bolivianidad. Bolivia es diversa y en su dirección política a la cabeza del MAS IPSP también se develan múltiples vertientes ideológico políticas unificadas en el horizonte del socialismo comunitario. Así como el comunismo y socialismo no buscan subsumir a las otras vertientes ideológicas que componen el denominado Proceso de Cambio. Tampoco el pachamamismo folclorista, katarismo, indianismo ni indigenismo deben buscar fagocitar la pluralidad ideológica política componente del MAS.

Un país donde todos estemos incluidos es posible de la misma forma que un tejido social del MAS plural y diverso puede reconfigurarse y fortalecerse. En la construcción popular nacional propia de la emergencia del Golpe de Estado el enemigo invisible y mutante sigue siendo el racismo, el clasismo, la reivindicación del sistema pigmetocrático, el tecnocratismo, los valores coloniales, la reivindicación de lo republicano, el neocolonialismo. Esquemas mentales con los que no se debate ni concilia, sino combate y supera.

Sea la celebración del Estado Plurinacional la oportunidad para seguir reflexionando sobre los tópicos presentados como inquietudes de época y viejos esquemas mentales a superar desde la descolonización que no es volverse a poner poncho y sombrero, sino cambiar el chip mental colonial heredado de un sistema de privilegios pigmetocrático y excluyente.


¿Guerra Civil en Estados Unidos o algo más?
¿Guerra Civil en Estados Unidos o algo más?

Una segunda guerra civil en Estados Unidos es poco probable, pero no imposible. El país, a despecho de lo que muchos analistas y escritores han sostenido durante muchos años, es cada vez más un gigantesco conglomerado de nacionalidades de inmigrantes. La homogeneidad proclamada es solo un recuerdo de los años 50 del siglo pasado, y aún entonces, una falsedad.

Primero fueron europeos, irlandeses, ingleses, alemanes, italianos, polacos, junto a la trata y tráfico de millones de esclavos africanos, después ya en la segunda mitad del siglo XX, asiáticos, vietnamitas, chinos, coreanos y latinoamericanos, mexicanos, salvadoreños, hondureños, guatemaltecos, cubanos y recientemente, colombianos, venezolanos y ecuatorianos.

Los problemas de exclusión y discriminación se han acentuado en las últimas décadas, así como el racismo principalmente contra la población afroamericana, aunque también contra asiáticos y latinoamericanos. La concentración de la riqueza se ha profundizado desde el advenimiento del neoliberalismo de Reagan y su reaganomics. La pobreza y la extrema pobreza entre varias decenas de millones de ciudadanos es ya semejante a la de los países pobres, lo que contrasta con multibillonarios con fortunas que oscilan entre 100.000 y 180.000 millones de dólares.

La globalización económico financiera que fue inaugurada en Estados Unidos por Ronald Reagan y seguida con entusiasmo por el Reino Unido de Margaret Thatcher pretendía recuperar el terreno perdido con Japón, que les había arrebatado influencia y mercados en rubros importantes de la tecnología electrónica y automovilística. No pudieron lograrlo en la competencia abierta y recurrieron a la amenaza para obligar al Japón a revaluar su moneda.  Una economía pujante se desmoronó e inauguró dos décadas de estancamiento, gracias a sus aliados occidentales. La Triada, es decir Estados Unidos, la Unión Europa y Japón, como expresión de tres centros de poder enfrentados, fue solo un espejismo. Norteamérica mantuvo y con mayor fuerza aún su supremacía económica, financiera, tecnológica y sobre todo militar.

No esperaban sin embargo la irrupción de un país del tercer mundo, pobre y aislado, impedido de formar parte de las Naciones Unidas, que lenta pero sostenidamente aprovechó al máximo sus enormes ventajas comparativas, precisamente en el escenario de la globalización que tantas expectativas e ilusiones desplegó. Con tasas de crecimiento superiores al 10%, la absorción y apropiación de tecnología primero y el desarrollo propio después, comenzó a desplazar a cuanto competidor se presentaba, en la industria textil primero, para avanzar rápidamente a la industria química, metalúrgica, electrónica y finalmente a la tecnología del conocimiento.

Es ya imposible desconocer o negar la invasión de productos chinos en todo el planeta, hasta en los mercados mas cerrados y proteccionistas. La China domina ya el mercado financiero, sus empresas construyen obras de alta ingeniería y fábricas de todo tipo en todo el mundo.

Estados Unidos no es ajeno a esta situación y desde ya varios años ha pretendido infructuosamente revertir el enorme déficit comercial con la China y se ve paradójicamente obligado a venderle bonos del tesoro. A contrapelo de las intenciones de sus gobernantes, empresas transnacionales norteamericanas y también europeas invierten en la China, se ven obligadas a transferir tecnología de punta para acceder al mercado más grande del mundo.

Una de las consecuencias más visibles en Estados Unidos es la pérdida del empleo y el aumento de su precarización. A pesar de su enorme déficit y su colosal deuda externa, Estados Unidos no ceja en mantener mas de 1000 bases militares en todo el mundo y el gasto militar más grande. Su política de apoyo a Israel y la ocupación de territorios palestinos ha enardecido a los pueblos árabes, que luchan en una guerra de liberación contra la agresión sionista que tiene el apoyo norteamericano, que quiere dominar y apropiarse sin oposición de los enormes reservorios hidrocarburíferos de la región. En este propósito ha inaugurado una estrategia criminal, organizando, armando y entrenando a ejércitos mercenarios para derrocar a gobiernos que resisten la intervención en sus asuntos internos.

Estos engendros del imperialismo salen de su control y pretenden cobrar independencia, aunque muchos de sus atentados sirven o son preparados por los propios servicios de inteligencia norteamericanos como el atentado a las torres gemelas y varios otros que tienen el objetivo de justificar sus agresiones.

En todos los ámbitos de la población norteamericana cunde el temor a atentados de estos grupos, aunque no son pocos los asesinatos de francotiradores que asesinan en colegios, parroquias o supermercados, muchos de ellos como expresión del odio racial o religioso, otros sin aparente justificación. El temor a enfrentamientos raciales de una envergadura imprevisible está también presente. Amplios sectores conservadores e incluso sectores de trabajadores rechazan la inmigración, temen perder su fuente laboral por la competencia del trabajo mal pagado. Todo esto se ha profundizado en el gobierno de Trump.

¿Cómo resolver estos problemas? Los sectores más conservadores han sido atraídos por soluciones de fuerza. Represión a toda protesta de afroamericanos, impedir la inmigración con muros y expulsiones masivas de indocumentados, vetar el ingreso al país a ciudadanos de varios países árabes, aplicar políticas regresivas en materia salarial e impositiva para beneficiar a las grandes empresas. Drásticas reducciones a la salud y educación públicas. Represión a partidos y corrientes progresistas y revolucionarias. Estas posiciones tienen a Donald Trump como a su abanderado y líder que tiene decidido alcanzar estas metas con la monopolización del poder de forma indefinida, incluso con el uso de la fuerza o finalmente con una guerra civil, es enemigo del establishment, al que considera incapaz o cómplice de la perdida del liderazgo mundial de Estados Unidos.

La guerra civil es una posibilidad, pero esto no es todo, otro es un peligro aún mayor. La evidente pérdida del poder omnímodo que parecía tener Estados Unidos, después de la caída de la ex Unión Soviética y del bloque de Europa Oriental, está causando en toda la elite dominante una verdadera conmoción. A pesar de su agresiva política, Trump ha sido incapaz de imponer condiciones en Siria, no pudo derrocar al presidente Maduro, tampoco al gobierno de Irán, de Cuba y Nicaragua a pesar de las brutales sanciones económicas, no pudo doblegar a Corea del Norte y su líder. A pesar del golpe fascista en Bolivia, no pudo evitar el retorno del MAS al gobierno. Por intermedio de Arabia Saudita impuso un castigo a Qatar por sus relaciones económicas con Irán, pero no pudo sostenerlo. A pesar de su apoyo irrestricto al régimen fascista de Ucrania, tampoco pudo evitar el surgimiento y consolidación de las Repúblicas Populares y Socialistas de Lugansk, Donetsk y Transnistria. Su apoyo a Israel ha profundizado su aislamiento internacional. Sus muros para detener la inmigración han fracasado estrepitosamente. El rechazo a la presencia de fuerzas militares de Estados Unidos es cada vez mayor en Irak y Afganistán. El bloqueo de la Unión Europea a Rusia, instigado por Estados Unidos, fracasó, dañando más a las economías europeas que a la rusa.

Tampoco puede evitar que su archirrival, China, consiga sostenidamente incrementar sus relaciones con países otrora incondicionales aliados de Estados Unidos como los que forman la ASEAN, (Tailandia, Myanmar, Singapur, Malasia, incluso Indonesia) o países europeos como Alemania y Francia, incluso sus tradicionales y sumisos gendarmes como Turquía y Filipinas se alejan e incluso mejoran sus relaciones con Rusia y China. El fortalecimiento del BRICS amenaza con superar otros bloques cercanos a Washington. La estrategia global china de la Nueva Ruta de la Seda y la Franja ya no puede ser detenida y avanza en todas las direcciones y continentes. El fortalecimiento de la capacidad militar rusa está desafiando el dominio militar norteamericano, lo que se ha demostrado en Siria.

La coyuntura no puede ser más desventajosa, pues mientras la economía norteamericana con seguridad mostrará un retroceso en 2020, la china en cambio seguirá creciendo, aunque a menores ritmos. Por otra parte, la catástrofe sanitaria ya registra más de 400.000 fallecidos, cifra superior a la suma de muertos en la Segunda Guerra Mundial (174.000 muertos), en la guerra de Vietnam (58.318 muertos) y en la guerra de Corea (36.000 muertos). Hasta ahora un 8% de la población ha sufrido el contagio del coronavirus, es decir, más de 25 millones de personas. 

Esto está generando un trauma nacional y sentimientos de frustración y derrota -parecidos a la venganza nazi después del tratado de Versalles- asoman a la superficie y se hacen cada vez más visibles. Después de lo sucedido el 6 de enero (toma violenta del Capitolio), el desconocimiento del resultado de las elecciones y la denuncia de fraude electoral, se filtran preparativos militares con la participación de jefes en ejercicio durante y/o después de la posesión de Biden, la confrontación y su desenlace en una guerra civil son probables. Todo esto dentro de Estados Unidos.

¿Pero, cómo recuperar su dominio mundial? Han fracasado todas sus anteriores estrategias. Alemania pretendió no solo recuperar territorios perdidos y conseguir nuevas colonias, sino directamente el dominio mundial derrotando a sus competidores en una guerra mundial, la segunda.

¿Qué puede hacer Estados Unidos, no solo para recuperar su dominio sino hacerlo mucho más completo y ampliado en el tiempo, como es el pretendido destino manifiesto del imperialismo norteamericano?

Esto ya no es posible con sus fracasadas estrategias. Se vislumbra como posible una política mucho más agresiva, que puede desembocar en una conflagración de proporciones globales, una guerra, la tercera.

Hay una apreciación muy extendida que considera que esta perspectiva solo es posible con un gobierno republicano como el de Trump, el problema es que esta situación debe afrontarla ahora un gobierno demócrata, que no es ajeno a la estrategia de dominación mundial como ideario compartido tanto por republicanos como por demócratas. 


¿Quién controla el espacio digital?
¿Quién controla el espacio digital?

El 8 de enero de 2021 pasó algo que veíamos lejano: la red social twitter suspendió definitivamente la cuenta de Donald Trump, presidente en funciones de Estados Unidos. A esta decisión se sumaron facebook e instagram, al bloquear de manera indefinida sus cuentas en ambas redes, y Snapchat que hizo público el cierre de manera permanente de la cuenta del presidente saliente del país del norte.

Ante el bloqueo, tanto Trump como sus seguidores migraron de manera masiva a Parler, una red social como muchas otras. No obstante, google y apple decidieron quitar de su tienda de aplicaciones esta plataforma digital. Asimismo, el gigante Amazon le cortó el servicio de alojamiento en sus servidores porque no podían “proporcionar servicios a un cliente que no puede identificar y eliminar de manera eficaz el contenido que fomenta o incita a la violencia contra otros”, según palabras de su CEO.

Los bloqueos en cadena que hicieron las grandes corporaciones digitales a una cuenta o cuentas de un mandatario de Estado generó una serie de reacciones a nivel mundial, en la esfera política y económica. El lunes 11 de enero, Twitter perdió 2,625 millones de dólares en valor de mercado; sus acciones, fuera de hora, bajaron un 11% hasta los 45,8 dólares. Los papeles de Facebook retrocedieron 4.01% en el NASDAQ, a 256.84 dólares, lo que le restó 30,562 millones de dólares en su capitalización bursátil.

En el ámbito político, la canciller alemana Angela Merkel consideró “problemático” el cierre de las cuentas en diferentes redes sociales de un presidente saliente, especificó su portavoz, Steffen Seibert, quien también señaló que la libre opinión es "un derecho fundamental de importancia esencial" en el que se puede intervenir, pero solo dentro del marco definido por los órganos legisladores, "no por decisión de la dirección corporativa de plataformas en las redes sociales".

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, también se manifestó al respecto y dijo que “No puede haber un organismo particular que decida quitar el derecho que se tiene a la libre manifestación de las ideas”. Por su parte, el secretario de Estado francés para asuntos digitales, Cédric O., consideró que "La regulación del debate público por parte de las principales redes sociales respecto a sus CGU (Condiciones Generales de Utilización), habiéndose convertido en verdaderos espacios públicos de reunión de miles de millones de ciudadanos, parece, cuanto menos, un tanto limitado desde un punto de vista democrático".

Y es en este sentido que se empieza a generar un debate en torno a la libertad de expresión en el espacio digital -que va de la mano con los derechos de las personas en el ciberespacio- y, en consecuencia, sobre quiénes son las personas que deciden sobre eso.

Si bien internet es una gran red de redes descentralizada, con miles de servidores que se conectan entre sí desde diferentes partes del mundo, las plataformas digitales de redes sociales más populares pertenecen a grandes corporaciones privadas. Estas empresas concentran miles de millones de cuentas de personas (solo facebook tiene 2400 millones de usuarios activos) y sus respectivos datos. Pueden hacer lo que quieran con esa información: usarla a su favor, venderla, bloquearla o quitarla, depende exclusivamente de sus reglas.

Lo que pasó con respecto al bloqueo de la cuenta de Donald Trump, es algo que a menudo nos pasa a las y los usuarios de estas plataformas. Muchas veces nos bloquearon nuestra cuenta o eliminaron algún tipo de contenido. Solo que nunca llegó a un escándalo porque no somos figuras públicas. Pero este episodio, que tuvo como protagonista a un presidente en funciones de uno de los países más poderosos del mundo, explotó un debate que es ahora más urgente que nunca.

Entonces…¿Quién debe decidir sobre el acceso a estas grandes plataformas? ¿El hecho de que sean privadas les da el derecho de decidir a quién le prestan el servicio o no? ¿Deberían los Estados regular a estas grandes empresas? ¿Los Estados deberían ofrecer alternativas públicas? ¿Bajo qué legislación se regula un servicio transfronterizo? ¿Quién protege a las y los usuarios de estas plataformas?

Este sin duda es un dilema sobre la gobernanza de internet, que en teoría “es un conjunto de principios, normas, reglas, procesos de toma de decisión y actividades que, implementados y aplicados de forma coordinada por gobiernos, sector privado, sociedad civil y comunidad técnica, definen la evolución y el uso de la Red”, en la que también están involucrados organismos multilaterales “independientes” e “imparciales”. Sin embargo, en la práctica hemos presenciado a un grupo reducido de personas que decidieron cuándo y cómo no permitir a un presidente comunicarse en entornos digitales.

Si bien existen alternativas de plataformas comunitarias y en software libre, como diáspora o mastodon (que abordaremos a detalle en otra columna) ya no es suficiente. Al ser internet y las redes sociales medios de uso cotidiano, es imperativo que como sociedad discutamos y analicemos sobre quién decide en el espacio digital y cómo se pueden garantizar los derechos de todas las personas en internet.


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