Hermana de víctima de la masacre de Senkata: “Querían sacar los cuerpos de la iglesia para esconderlos”
Hermana de víctima de la masacre de Senkata: “Querían sacar los cuerpos de la iglesia para esconderlos”

“Quiero justicia por la masacre, quiero justicia por mi hermano”, reclama Gloria Quisbert Ticona, quien no pierde la esperanza de que algún día los responsables de la muerte de Antonio Ronald Quispe Ticona paguen y sean castigados por la ley. 

Antonio, de 24 años, falleció en la denominada masacre de la zona de Senkata, en El Alto, el 19 de noviembre de 2019, día en el que otros nueve civiles perdieron la vida y 31 quedaron heridos durante el régimen de Jeanine Áñez a causa de un operativo militar. “Mi hermano murió por una bala en su cabeza”, cuenta Quisbert.

“Entre ellos (fallecidos), está mi hermano, Antonio Ronald Quispe Ticona, quien salía rumbo a su trabajo y ese día tenía que cobrar su sueldo; pero, lastimosamente, hemos cobrado su sueldo en un sobre en el Cementerio General”, relató Gloria, presidenta de la Asociación de Víctimas de la Masacre de Senkata.

Ese día es recordado como una de las jornadas de violencia resultado del golpe de Estado denunciado por el entonces presidente Evo Morales tras los comicios presidenciales de esa gestión.

“Estábamos rodeados de militares toda la iglesia de Senkata. Al día siguiente, se hizo la autopsia y, hasta ahora, pedimos que se nos muestre cuántos centímetros era la bala. Querían sacar los cuerpos de la iglesia para esconderlos, nosotros no lo permitimos. Los de la señora Jeanine Áñez querían sacar el cuerpo porque llegaron dos minibuses por autorización, querían llevar a la morgue”, recuerda.


 
Marzo, un mes para todas las mujeres
Marzo, un mes para todas las mujeres

Las mujeres trans, por muchas décadas, hemos sido blanco de la discriminación, el rechazo de las familias, el olvido del Estado y de la violencia machista. Hasta el día de hoy somos objeto de la burla, la mofa y la precariedad. Sumado a esto, surgieron agrupaciones de diferentes líneas que pretenden invalidar nuestra existencia.

A veces nos preguntamos: ¿Qué hicimos para generar este rechazo? ¿Por qué nos siguen estigmatizando? ¿Realmente no somos bienvenidas ni siquiera en espacios que deberían ser “seguros” y “sororos”? ¿Que yo exista hace daño a alguien? Se ha expandido y fortalecido en el mundo, una corriente feminista que ha comenzado a atacar a las mujeres trans y desde espacios de poder pretende explicar a una persona lo que debería o no debería ser, dónde debe o no pertenecer.

A la misma usanza de los años ochenta, cuando se hablaba del “virus gay”, hoy se utiliza términos como “agenda trans”, “lobby trans”, como si la existencia de estas personas fuera una invención, una creación, una propaganda. Somos una realidad, somos personas, no somos un mito y existimos desde siempre.¡Qué manera de querer caer en los mismos juegos de la gente conservadora que habla de “ideología de género”! Estas personas también atacan al feminismo, por si acaso.

Entran en discursos fascistas, intentando crear un pánico colectivo en las agrupaciones feministas, haciéndoles creer en el “borrado de mujeres”. Esto último es, al fin de cuentas, la propaganda, ¿Realmente piensan que un porcentaje de menos del 2% va a borrar a más del 50% de la población? ¿Querer ejercer mi profesión y ganar unos pesos es “entrar a empujones”? ¿Qué hay de las chicas trans que fueron borradas verdaderamente de la historia, que fueron asesinadas y olvidadas en las calles, sus identidades y nombres, extinguidos? 

Es temible afirmar que la niñez y adolescencia trans es un capricho que se pueda modificar. Jamás se obliga a ser trans a nadie y no es una situación que varíe de la noche a la mañana, las familias que acompañan tienen su proceso de entendimiento y aprendizaje al lado de profesionales. En realidad, a la niñez se la ha obligado, desde siempre, hacia la cis-heterosexualidad. Pero de eso, no quieren quejarse ahora.¿Acaso no conocen las historias, sólo por nombrar conocidos ejemplos, de Kim Petras y Jazz Jennings? Mujeres trans que fueron apoyadas en su hogar desde la segunda infancia y hoy son mujeres exitosas y llenas de empoderamiento.

No. Las mujeres trans no reafirmamos estereotipos de género, al contrario, los vamos deconstruyendo, les toca conocer y reconocer a más personas trans, no sólo a las que les conviene criticar, somos inmensamente diversas y diferentes, cada una. Además, que, desde el feminismo, no vamos calificando el cuerpo y la apariencia de la otra. A los varones trans nadie les ha enseñado a odiar su biología, la identidad no viene de afuera; no son lesbianas, aprendan a diferenciar identidad de género de orientación sexual.

Nadie se está apropiando de ninguna lucha, son luchas que atraviesan de lleno a las mujeres trans. A una mujer trans la acosan, la piropean, la explotan, la cosifican, la denigran, la asesinan. Se dice que una mujer trans creció con privilegios, pero fueron impuestos por la propia sociedad, no fueron optados por ellas, porque cuando una mujer trans, desde niña, se da cuenta que no es como los demás le dijeron, crece con incomodidad y no asume plenamente esos “privilegios”, y más bien, comienza a sufrir bullying y discriminación al rechazarlos.

Toda esta ola de desinformación, odio y violencia se ha ido consumando en diferentes países. En Bolivia, sospechábamos, con ciertos actos de rechazo, que estaban presentes, pero no han dado la cara hasta este año 2021, desde que fue asesina una joven trans en Cochabamba, apuntando su discurso hacia este 8 de marzo. Sabíamos que tarde o temprano se iban a quitar las máscaras.

Pero sepan qué tan privilegiadas somos, que en nuestro país seguimos sin derechos civiles desde el 2017, que nos siguen negando el acceso al trabajo, que la burocracia, la justicia, el Estado, la prensa y la policía se siguen riendo en nuestras caras, que nos siguen asesinando, a pesar de la pandemia. Y después de todo, vamos a continuar resistiendo, así ahora nos toque con sus discursos vacíos de fundamentos, pero llenos de odio.


Sobre “Werner Guttentag”
Sobre “Werner Guttentag”

La historia editorial boliviana, que aún está por escribirse, es habitada por nombres que han dejado una impronta en la cultura del país batiéndose en contra de situaciones rara vez auspiciosas. Capítulos de esa historia seguramente estarán dedicados a hombres como José Gisbert desde su entrada a la Liberia Arno en la década de 1920, para años después hacerse gerente de lo que hoy conocemos como la Librería y Editorial Gisbert. Otro espacio igualmente notable merecerá la familia Urquizo y la editorial Juventud que hizo de la difusión popular una de las virtudes de su emprendimiento.

Stefan Gurtner, un ciudadano suizo radicado en Bolivia desde 1987, ha publicado un trabajo que significa un aporte sustantivo a esa historia editorial boliviana.Guttentag. La vida del editor judío Werner Guttentag entre Alemania y Bolivia es un grueso volumen de más de 600 páginas dedicadas a narrar la vida del padre de los Amigos del Libro. Aunque 600 páginas podrían amilanar a algún lector, el texto corre con una cadencia vertiginosa a través de postales de una vida intensa que a momentos parece una novela. En ello hay que distinguir un uso de “micro ficción”, declarado por el mismo Gurtner que, si bien puede poner la piel de gallina a sociólogos e historiadores, presta un servicio beneficioso a la relato de los aconteceres de la vida de Guttentag. Y si la “micro ficción” de Gurtner podría parecer una carta blanca para construir los diálogos, también hay que destacar que el trabajo documental en el que se apoya el libro construye un escenario profundo, alejándose del soliloquio del protagonista.

En la Alemania Nazi

Werner Guttentag nació en 1920, en Breslau, que por entonces era parte de Alemania y hoy es Polonia. Hijo de judíos, su padre era un comerciante de telas que tuvo mejor suerte en la década de 1920 que en la de 1930. El joven Werner vio así el declive económico de su familia, del mismo modo que alcanzó la adolescencia cuando el Partido Nazi tomaba vuelo.

Es posible que una sensibilidad contemporánea que nos tiene habituados a las películas que se ambientan en la Alemania Nazi provea los tropos con los que se sigue el relato: el supremacismo ario, la violencia de las SS, el gueto, el campo de concentración, el bombardeo, etc. El ambiente en el que discurre la juventud de Guttentag no es extraño a ese clima conocido del Tercer Reich, pero en fin logra filtrar algo más interesante que no es propio de la experiencia cinematográfica ni de la literatura más convencional centrada en la expresión ostensible del oprobio.

Guttentag muestra algo en una tesitura diferente y que no se resuelve en tiempos cinematográficos: la acción del Partido Nacional Socialista como una progresiva e incesante asfixia de la disidencia política y de los judíos que se expresa en la vida cotidiana. Para el joven Werner aquello se experimenta en la proscripción del grupo de jóvenes en el que participaba y en el que comentaban la política y compartían libros; se experimenta en el acoso en la escuela que precede a la expulsión de la misma, en las acusaciones hechas a su padre de vender producto de mala calidad para no honrar deudas. En una narración en tiempo prolongado de cómo cada día se les coartaba, retazo a retazo, la vida diaria a los judíos de Breslau así como a las formas de política disidente.

La ilusión biográfica de la que habló Pierre Bourdieu, ese ardid de la narración que evoca como si los eventos estuvieran predestinados a sucederse, se hacen presentes en Guttentag en ese rol que ocupan los libros en su adolescencia, las primeras páginas leídas, los apodos de sus compañeros tomados de El libro de la selva y las discusiones políticas que evocan a autores de las más diversas tendencias. Son esos libros que se convierten en un objeto del relato en cuanto se convierten en estigmas y delatores de un ejercicio de resistencia ya que era dramático conservarlos, esconderlos, pasarlos a otras manos como gesto de amistad que se sobrepone a la situación. Son esos mismos libros los que acompañan a Werner y su pequeña pandilla de alemanes de pantalones cortos en actos políticos para tratar, sin éxito, de dar cara al nazismo.

Escape al corazón de Sudamérica

La salida de Werner de Alemania es descrita con burocrática parsimonia, misma que resulta mucho más iluminadora que las evasiones espectaculares del celuloide. Escapar de Alemania fue un trámite engorroso y mortificante que necesitó de las últimas acciones posibles de una red de ayuda a judíos para sustraerse del tercer Reich. No son menos violentos el encierro, el abuso y las amenazas de cárcel o campo de concentración -a donde van a parar amigos y familiares de Werner-. Es la descripción de una violencia organizada para asfixiar a todos los que no son directamente aprehendidos; una muestra de represión que se comprende en la claustrofobia que produce.  

Después de un breve pasó por Holanda, Werner llega a Bolivia, más precisamente a Cochabamba, ya siendo un joven que había quedado sin patria. En Bolivia sus aficiones políticas lo llevan a ser parte del efervescente ámbito intelectual que sucedió al descalabro de la Guerra del Chaco y las memorias de Guttentag, relatadas a Gurtner, permiten una descripción a ras del piso de personajes que luego serían protagonistas pero también cronistas de hechos decisivos de la vida Boliviana: Aparecen Montenegro, Céspedes, Capriles. Un lugar especial en todo ese relato tiene Jesús Lara, misterioso, huraño, innegociable que, sin dejar de ser él, forja una amistad cercana con Guttentag.

La edificación de Los Amigos del Libro ocupa el relato central de la segunda mitad de la biografía. Se convierte así en testimonio de elementos contradictorios o quizás no tanto. Bolivia era, y es, un país en el que se lee poco y sin embargo Guttentag acaba en el medio de polémicas políticas que lo acusaban de publicar esto o lo otro. Era señalado por ser un potencial agitador que vendía libros comunistas o socialistas del mismo modo que era visto por el rabillo del ojo de distintas facciones de izquierda por publicar libros de una tendencia opuesta. Era visto por muchos como un judío que lucraba con la sed de cultura del pueblo como era señalado por la comunidad judía como una oveja descarriada alejada de la doctrina y el dogma de su iglesia. Publicar libros –medio de lucha que eligió Werner- no fue un remanso sino una labor sacrificada.

En sus capítulos situados en Bolivia, Guttentag es un relato sobre la extenuante tarea de publicar en un país que terminó de convulsionarse con el ciclo de las dictaduras de la segunda mitad del siglo XX. Pasajes estremecedores vividos por el editor judíose suman a los capítulos de memoria que tiene Bolivia sobre los gobiernos de Banzer y García Mesa, una entrada más a la crónica de esas horas vergonzosas de la historia nacional.Guttentag se constituye en una mirada oblicua sobre Bolivia, sobre el extrañamiento que produce su vertiginosidad y sobre la audacia de hacer libros en su territorio.

Stefan Gurner.Guttentag: La vida del editor judío Werner Guttentag entre Alemania y Bolivia. Grupo editorial Kipus 2020.

Este escrito se desprende de un estudio más amplio sobre editoriales bolivianas que cuenta con el apoyo del FOCUART del GAMLP en su versión 2020.    

Eduardo Paz Gonzales /.


Un verdadero titular
Un verdadero titular

Ya se ha convertido en un problema fustigador que en Bolivia exista una autoproclamada ¨prensa seria¨. Sin embargo, sólo basta navegar por sus webs y redes sociales para constatar que - lo que abunda - es la ausencia de noticias veraces y de posturas neutrales.

Ya han terminado las elecciones subnacionales, tenemos resultados casi cerrados y la prensa insiste en ocultar los verdaderos resultados de las mismas.

El gran titular de uno de estos medios fue: “El MAS pierde en 8 ciudades de 10 ciudades capitales”. En ningún momento de la semana aclararon que, si bien perdió en ciudades capitales, el MAS obtuvo 300 alcaldías de las 340 que tiene todo el país. Tampoco hablaron de que el Movimiento al Socialismo obtuvo un triunfo en el 67 % de las gobernaciones. No queremos entrar con cuantos Asambleístas Departamentales contará, ni el número de concejales que serán ¨azules¨.

El titular de los medios debería ser: “Las elecciones para la derecha son devastadoras desde la perspectiva de la construcción de un proyecto político”. La prensa escrita no suele preocuparse por destacar titulares que llamen a la reflexión. La misión de este tipo de prensa es vender el relato que es conveniente para la oposición. Son como las revistas de vida de famosos: Lo importante es vender.

La prensa que responde a intereses económicos y políticos no informa lo que pasa, si no lo que le gustaría que pasase, o peor: marca la agenda política de la semana ocultando la verdad. Qué interesante sería que cada medio de prensa contemplara tener conductas más transparentes e incluir un recuadro en sus portales con  la lista de accionistas y porcentajes que éstos tienen.¿Se imaginan? Tendríamos una claridad de la posición política y la subordinación que tienen respecto a sus intereses económicos.

Realmente los medios de prensa, medios televisivos y periodistas pueden apuntar con el dedo a un político o pueden sentirse más éticos…¿Realmente tenemos una prensa equilibrada? Para responder esto, solo basta imaginarse un verdadero titular.


¡Ahora exigen el debido proceso!
¡Ahora exigen el debido proceso!

¡Movilización popular para garantizar el enjuiciamiento y sanción condenatoria máxima para los verdugos del pueblo!

Después de más de cuatro meses de un nuevo gobierno democrático y de más de medio año, la demanda de una valiente luchadora y ex diputada Lidia Paty, logra por fin, una tímida reacción de la fiscalía para enjuiciar a los culpables del martirologio que sufrió el pueblo boliviano durante casi un año.

Miente el fiscal general al aseverar que es sometido a intensas presiones para dar las ordenes de aprehensión, es la presión del pueblo y sobre todo de los deudos de los caídos por la metralla asesina, que no cesará hasta ver entre rejas y con la máxima sanción a quienes segaron la vida de sus familiares. El pueblo en su conjunto no solo respalda esta acción, es parte de ella. Las organizaciones matrices de los trabajadores, campesinos y naciones originarias deben acompañar este proceso y ser parte querellante del mismo.

La reacción de los golpistas no se ha dejado esperar, al unísono reclaman el debido proceso y califican como persecución política, un tema eminentemente penal, pues no solo se ha violado de forma flagrante la Constitución Política del Estado, sino que se ha cometido delitos de lesa humanidad, que no prescriben en ninguna parte del mundo.

Hay un cernícalo envenenado cuyo nombre es Erwin Bazán - que fuera de sí, como un orate en pleno acceso de rabía - amenaza con la efusión de sangre si no se dan las garantías a los inculpados y no se procede con el debido proceso. Esta declaración sería suficiente para detener a semejante incitación a la violencia, que es repetitiva y pública. Como él, otros tantos han proferido este tipo de amenazas que no pueden continuar en la impunidad, a riesgo de provocar nuevos enfrentamientos y la prosecución del reinado del terror fascista en peno gobierno democrático, al que pretenden una vez más interrumpir.

Estas manifestaciones demuestran que quienes protagonizaron el golpe de Estado y las violaciones más extremas de los derechos humanos, están convencidos de que lo hicieron bien, así lo manifestaron tanto Jeanine Añez, al dejar el gobierno y el ministro criminal Arturo Murillo. Aunque parezca increíble, incluso periodistas y analistas se atreven a señalar que el golpe no fue tal, y que por el contario se trato de un movimiento ciudadano que restituyó la democracia. Para ellos, no hubo masacre alguna, “se mataron entre ellos”, no hubo persecución ni la detención de mas de 1.500 personas, no se produjo el cierre de ningún medio de comunicación, no se torturaron y golpearon en público a dirigentes y autoridades, no se incendiaron domicilios y sedes sindicales en Potosí, Oruro y La Paz.

Carlos Mesa no sabe o pretende hacerse al desentendido, que es tan culpable de estos luctuosos acontecimientos, como el que más, como el autor intelectual de los mismos, por lo que debe recibir el mismo trato, vale decir, la aprehensión por el delito de subversión y terrorismo. Cree que, por su pose doctoral, aunque no es doctor en nada, queda eximido de sus delitos. No señor, la presión seguirá hasta lograrlo, más temprano que tarde.

Lo mismo y en el mismo sentido, Luis Fernando Camacho, como el operador principal del golpe, junto a su padre, por el delito de financiamiento del alzamiento armado; tampoco deben escapar a la justicia Waldo Albarracín por alojar en los recintos universitarios nada menos que a los grupos paramilitares y mercenarios, cometiendo el delito de complicidad culposa en el golpe de Estado y algo más, el de haber violado la autonomía universitaria. La comunidad universitaria de San Andrés, tiene la obligación de hacerlo.

Los jefes militares y policiales y los grupos de paramilitares y mercenarios deben ser sometidos a procesos penales, por sedición, terrorismo, tortura y asesinato.

Pero nuestro entusiasmo no debe perder de vista que la reacción y el fascismo no se derrotan con tímidas acciones legales, pueden revertirse por la presión y la violencia reaccionarias, por ello es indispensable, urgente e inmediata la movilización popular para mostrar a todo el país y el mundo que no se permitirá que reine la impunidad y mucho menos la reedición de un golpe de Estado fascista.

¡¡La pasividad y el conformismo con estas iniciales acciones no garantizan nada, solo la movilización masiva del pueblo y sus organizaciones puede y debe lograr el enjuiciamiento y las sentencias condenatorias máximas a los verdugos del pueblo!!

Luis Alberto Echazú Alvarado / .


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